viernes, 18 de mayo de 2012

SOLO PARA LOCOS

El que es aficionado al ayuno
se tendrá por muy devoto si puede ayunar,
aunque su corazón esté lleno de rencor, y
-mientras no se atreverá, por sobriedad,
a mojar su lengua en el vino
y ni siquiera en el agua-
no vacilará
en sumergirla en la sangre del prójimo
por la maledicencia
y la calumnia.


Otro creerá que es devoto
porque reza una gran cantidad de oraciones
todos los días
aunque después se desate su lengua
en palabras insolentes
arrogantes e injuriosas
contra sus familiares y vecinos.

Otro sacará con gran presteza
la limosna de su bolsa
para dar a los pobres
pero no sabrá sacar dulzura de su corazón
para perdonar a sus enemigos.

Otro perdonará a sus enemigos,
pero no pagará sus deudas,
si no le obliga a ello,
a viva fuerza
la justicia.

Todos estos son tenidos vulgarmente
a devotos,
y, no obstante,
no lo son en manera alguna.


Te ruego ahora
que contemples quiénes están en la escala;
son hombres
con corazón de ángeles
o ángeles con cuerpo humano
no son jóvenes,
pero lo parecen,
porque están llenos de vigor
y de agilidad espiritual;
tiene alas para volar,
y se lanzan hacia Dios por la santa oración,
mas también tienen pies,
para andar entre los hombres,
en santa y amigable conversación.
Sus rostros aparecen bellos y alegres,
porque todo lo reciben con dulzura y suavidad;
sus piernas
sus brazos y sus cabezas
están enteramente al descubierto,
porque sus pensamientos,
sus afectos y sus actos
no atienden a otra cosa,
que ha complacer.


Lo restante de su cuerpo está vestido,
pero con elegante y ligero ropaje,
porque es cierto que usan del mundo
y de sus cosas,
pero de una manera pura y sincera,
lo que exige su condición.


Creeme -amada Filotea-
la devoción es la dulzura de las dulzuras
y la reina de las virtudes,
porque es la perfección de la caridad.
Si la cariad es leche,
la devoción es la nata;
si es una planta,
la devoción es la flor;
si es una piedra preciosa,
la devoción es el brillo;
si es un bálsamo precioso,
la devoción es el aroma,
-el aroma de suavidad
que conforta a los hombres
y regocija a los ángeles.              f de s.

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