viernes, 18 de mayo de 2012

páginas leídas

Oí por primera vez su nombre en l931, año de su muerte, en una velada literaria que los libaneses de México celebraron in memoriam. Poetas y oradores hablaron de él como de un personaje mítico. No gustaron a mi espíritu tantas alabanzas a un hombre, sin atribuirle algún defecto. Esto despertó mi interés por leer sus obras. Mientras más ahondaba en sus páginas más iba confirmando aquellas merecidas loas al poeta, de cuya vida, nada sabía yo, ni nadie en México pudo contarme algo de ella sin caer en exageraciones.  Y es que es verdad, él vivía, y vive aun, en la mente y en el corazón de sus coterráneos, igual que los dioses en el alma de sus fanáticos, e igual ahora que lo conozco, pero de forma distinta, en las recondrices de mi espíritu.                                            l. s. k.

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